Duarte: Sonriente y descarado.
Eran las 12 del medio día tiempo local, Javier Duarte, llegó a la torre de tribunales de la capital guatemalteca fuertemente custodiado, a bordo de una camioneta de la Policía Nacional Civil. Llegó hasta la puerta del edificio donde decenas de medios de comunicación lo esperaban, vestido con pantalón gris, camisa a cuadros morada y esposado de manos. “Lo que pasa es que como hay mucha gente aquí, cuando me ponen las esposas atrás, me lastimo. Entonces si me van a poner las esposas pónganme otras”, pidió el exgobernador de Veracruz. Después, la revisión de rutina y le regresan los zapatos al exgobernador. En el piso 13 una sala del Juzgado Tercero lo esperaba, y su decisión era aún un misterio. ¿Ex gobernador va usted a aceptar esta solicitud de extradición? “Ya se enterará en su momento”, dijo. Ya en la sala, el juez pidió a su abogado mexicano Pablo Campuzano, que se retirará por no haberse registrado de la manera correcta. Juez: El caballero que lo acompaña, m